Pensar es un modo de conjurar. Se invocan imágenes, emociones, sonidos: palabras a veces, pero no necesariamente. O palabras siempre, pero a la manera de las fórmulas mágicas: con la sintaxis absurda, los sentidos permutados. Sin norte ni rima, el pensamiento es un estado de pérdida que hace posible la búsqueda. Como el bosque.
Versión original de su Loewe 2007, Cierto ciervo que vi no ...
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