La muerte de su amada Susette Gontard y otros reveses acabaron conduciendo a Hölderlin a la locura. Pasó los últimos 36 años de su vida recluido en una torre junto a su amado río Neckar, en Tubinga, donde fue cuidado por el hospitalario carpintero Zimmer, y tras su muerte, por su hija Charlotte. Los demás poemas, de "Vivir en las palabras", recrean algunos aspectos ...