Es sorprendente la emoción que transmite la simplicidad gráfica de Leo Lionni en esta historia de amistad entre una rana y un pollo. Lo más divertido de este relato es que el narrador comete el mismo error que cometen los personajes del texto, al confundir a dos animales, y el lector, sintiéndose superior, pues él sí sabe de qué se trata, se ríe. Jessica, ...