Sait Faik Abasiyanik (1906-1954) marcó un momento fascinante en la cultura turca durante las décadas de 1930 y 1940, cuando la sensibilidad secular posotomana planteó nuevas exigencias literarias. Tanto críticos como lectores le consideran su mejor cuentista, el Chéjov turco. Su escritura es extraordinariamente poética: si bien Sait Faik era un poeta talentoso, pre rió la forma narrativa sin abandonar el lirismo que impregna sus historias. Al igual que Chéjov, los personajes de Sait Faik cobran vida en la página: nos encontramos con pescadores armenios, sacerdotes ortodoxos griegos y con los derrotados con sus complicadas emociones, pensamientos y condiciones. Ningún personaje permanece común u ordinario; una vez que entran en las historias de Sait Faik, su mirada penetrante los transforma en seres únicos.
«Me dejé llevar por una fantasía: observando el rostro de un desconocido cualquiera, en la calle, en un café o en un lugar muy concurrido, es posible construir una historia sobre un fragmento de su vida.» «Nació para observar el mundo con asombro», escribe Sait Faik Abasiyanik sobre uno de sus muchos dobles que aparecen en estas historias, «asombrarse sin entender nada. Andar por ...
«Me dejé llevar por una fantasía: observando el rostro de un desconocido cualquiera, en la calle, en un café o en un lugar muy concurrido, es posible construir una historia sobre un fragmento de su vida.» «Nació para observar el mundo con asombro», escribe Sait Faik Abasiyanik sobre uno de sus muchos dobles que aparecen en estas historias, «asombrarse sin entender nada. Andar por ...