En los mares del cerebro, recostado en el lóbulo temporal, tenemos un marino hipocampo. A él le debemos la memoria y el silencio, nuestro andar por el espacio, el aroma, los sonidos, la visión, lo áspero o suave del tacto. Pero es también, al ser proclive a tractos eléctricos, a caer preso de la epilepsia. Es la fuente del dolor y la ansiedad, pero ...
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