Carlos Arniches y Barrera nació en Alicante el 12 de octubre de 1866. Su infancia transcurrió cargada de zozobras políticas y revueltas sociales. De familia modesta, realiza sus primeros estudios en el colegio «La Eucación »y en el «San José», donde tiene como condiscípulos a Joaquín Dicenta y Rafael Altamira. Su padre perdió su empleo y se vio obligado a trasladarse a Barcelona. Allí, Arniches va a trabajar en la banca Freixas y a colaborar en la Vanguardia. En 1885 sus aficiones literarias le conducen a Madrid, donde entra como redactor en el Diario Universal. Pasa hambre y duerme en un banco del paseo del Prado. Consigue editar «Cartilla y cuaderno de lectura (Trazos de un reinado)», síntesis biográfica del reinado de Alfonso XII. Esta publicación le resuelve su problema económico y le permite entrar en contacto con el pueblo bajo de Madrid, del que extraerá materia para sus obras. La obra que le consagra es «El santo de la Isidra». Para Arniches , la verdadera y auténtica política no es otra que la del trabajo honrado en pro de la comunidad social. Al mismo tiempo que Arniches lleva los tipos madrileñistas al teatro, el pueblo asimila sus personajes, los imita. Nada más comenzar la guerra se traslada a Argentina. Terminada la guerra vuelve a España y muere en 1943 en Madrid.
El teatro de Arniches está basado en el costumbrismo, tiene gran sentido del humor y está dotado de ingenio verbal. La estructura es sencilla, pero bajo la imagen positiva y optimista late una sensibilidad crítica hacia el mundo que le rodea. Todo ello hace de este autor el más representado hasta los años 50.
Bajo este nombre late una colección de pequeñas obras maestras del género. Los sainetes son cuadros de ambiente popular madrileño donde la chispa y la gracia del lenguaje coloquial tienen un afán moralizante, con consecuencias de signo social. Esta edición recoge los sainetes de 1917 y añade "Los tiros".
El teatro de Arniches está basado en el costumbrismo, tiene gran sentido del humor y está dotado de ingenio verbal. La estructura es sencilla, pero bajo la imagen positiva y optimista late una sensibilidad crítica hacia el mundo que le rodea. Todo ello hace de este autor el más representado hasta los años 50.
Bajo este nombre late una colección de pequeñas obras maestras del género. Los sainetes son cuadros de ambiente popular madrileño donde la chispa y la gracia del lenguaje coloquial tienen un afán moralizante, con consecuencias de signo social. Esta edición recoge los sainetes de 1917 y añade "Los tiros".