nació en el seno de una importante familia. Creció como un muchacho solitario e introvertido bajo el cuidado de su tía y de la nutrida servidumbre de la casa familiar. Dazai, estandarte de la llamada «escuela de los decadentes», se entrega a una vida disipada de mujeres, alcohol y escritura. Excluido de la familia por convivir con una geisha y acuciado por las deudas, vivió sumido en un pozo de oscuridad, morfina y creatividad literaria. Sus relatos suscitaron el interés de la crítica, y le aseguraron un lugar destacado entre los jóvenes autores de la época. Tras varios intentos de suicidio y ser internado en un psiquiátrico en 1937, Dazai conoció un breve paréntesis de estabilidad pero en 1945, retomó la espiral de autodestrucción que hasta entonces había caracterizado su vida. Puso fin a