Cronista por pasión, cooperante por vocación y futbolista por frustración. Ha vivido en Latinoamérica, el Sudeste Asiático, los Balcanes y Oriente Medio el tiempo su?ciente para no olvidar nunca sus raíces cántabras. Entre terremotos, guerras y fronteras, escribe lo que ve, oye y siente. Ha publicado en medios como El País, Panenka o El Salto, y coordina la organización No Name Kitchen, especializada en investigaciones sobre violencia fronteriza que acaban siendo portada en The Guardian o Al Jazeera. Estando en Vietnam, le dijeron que no podía jugar al fútbol con todo el mundo. Cogió un balón y se puso a caminar con la intención de intercambiar regates por patadas en cada pueblo por el que pasaba. Ahora, y gracias al trasnoche de dos paternidades consecutivas, ha logrado escribir las crónicas de lo que ocurrió. Racinguista; preferiría jugar una pachanga antes que escribir un libro.
Con esta advertencia vestida de reto comienza Distrito Pachanga, un viaje único desde los anárquicos callejones de Hanói hasta los rincones más inesperados del mapa, cosido por el azar y los encuentros surgidos en torno a la pelota. Alrededor de ella, el protagonista acaba en un búnker bosnio, escapa de un campo invadido por tigres, dribla ...
Con esta advertencia vestida de reto comienza Distrito Pachanga, un viaje único desde los anárquicos callejones de Hanói hasta los rincones más inesperados del mapa, cosido por el azar y los encuentros surgidos en torno a la pelota. Alrededor de ella, el protagonista acaba en un búnker bosnio, escapa de un campo invadido por tigres, dribla ...