Dennis Rader, padre de familia, vigilante condecorado del Ayuntamiento de Park City y presidente de la congregación de la Iglesia Cristiana Luterana, tenía en realidad una doble vida. Bajo esa aparente afabilidad y bondad se escondía un asesino cruel. Le gustaba torturar a sus víctimas que, atadas, no podían defenderse y morían bajo el signo, además, de la desviación que el criminal sentía por ...