El libro comienza hablando de las visitas infantiles del autor al estadio Benito Villamarín y cómo fue tomando conciencia de los comportamientos propios del fútbol y de la fauna bética. “Tampoco antes había vida, y menos aún los domingos, sin chicles para las aceras, gorras para calvos, transistores ceutíes, trompetas de plástico para sordos o impotentes, banderas para anarquistas a tiempo parcial… No hay ...