Las notas de Carl Seelig sobre sus Paseos con Robert Walser no tienen parangón en la historia de la literatura. Retratan a alguien que ha enmudecido, un poeta que «tuvo el tacto suficiente como para apearse de la vida». Al cumplir los cincuenta años, Walser deja de escribir y se contenta con su vida de paciente de un sanatorio mental. Carl Seelig, que quería ...