En 1991 el periodista polaco Mariusz Wilk se instaló en las islas Solovki, en el mar Blanco, a 170 kilómetros del Polo Norte. Estas islas son un auténtico microcosmos: «en ellas -dice- se ve Rusia como el mar en una gota de agua». Fueron en su día centro de la iglesia ortodoxa y de la cultura monacal, campo de experimentación de innovaciones tecnológicas y ...