Para John Donne todo estaba en todo y todo servía para hablar de lo que quería hablar. El mundo, los juegos de palabras, los astros celestiales, el deseo carnal, los utensilios de una cocina y Dios y la dama virginal, la amante solícita y la ingrata, el miedo a morirse, el carpe diem, el olvido y las patas de un compás. Todo, absolutamente todo, ...