LA LEYENDA DE SLEEPY HOLLOW

Sobre toda la comarca parece que cae una fina lluvia de sueño y de letargo. Hay quien afirma que este valle fue hechizado por un ilustre doctor que vino de Alemania, allá por los tiempos de la colonización; otros aseguran que un anciano chamán de una tribu india practicaba allí sus conjuros antes que la región fuera descubierta por Hendrick Hudson*. En cualquiera de los casos, lo cierto es que hay una fuerza mágica que flota en el lugar, embrujando las mentes de sus habitantes y llenándolas de raras fantasías. Ellos creen en todo tipo de fenómenos extraños, son dados a sufrir trances, ven extrañas apariciones y escuchan voces y cantos inexplicables. Todos los vecinos conocen algún cuento extraordinario y saben indicar algún paraje en cuyas sombras habita un espectro. Quizá no sea casualidad que las estrellas fugaces y los meteoros de fuego crucen el cielo de aquella comarca con más frecuencia que el de cualquier otra. Aquella comarca es un escenario donde danza con sus secuaces el demonio de la pesadilla.
Sin embargo, hay un fantasma que reina en esta región encantada y que parece tener bajo su poder supremo a cualquiera de los espíritus del aire. Aparece sobre un caballo y no tiene cabeza...

Tiene que regresar a su tumba antes del amanecer. Dicen que ésta es la causa de que atraviese el valle a toda velocidad cuando la aurora está cerca. Así se interpreta generalmente esta leyenda, esta superstición, que ha dado mucho que hablar a los habitantes del lugar. En todos los hogares se conoce a este espectro por el nombre de «El Jinete sin Cabeza de Sleepy Hollow». Pero el Jinete existe. El desdichado Ichabod Crane se encontró con él una noche atravesando el bosque, después de que una hermosa joven le rompiera el corazón. Hace más de 150 años, Washington Irving escribió esta famosa historia que sigue deleitando a los lectores de hoy.