MUY LEJOS DE KENSINGTON

Nacida en Edimburgo, pasó los últimos treinta años de su vida en Italia. A los diecinueve años se casó con Sidney Oswald Spark, un maestro neurótico con el que se instaló en Rhodesia (actual Zimbawe), pasando allí unos duros años y viviendo muchos actos de brutalidad social y personal. Su marido, progresivamente enfermo, empezó a tener ataques de violencia que precipitaron el divorcio.
Muriel volvió a Inglaterra en plena guerra mundial y, al igual que su amigo, el escritor Graham Greene, trabajó en labores de contraespionaje para el Foreign Office. Acabado el conflicto, Greene llegó a pasarle una pensión alimenticia de 20 libras al mes para salvarla de la miseria.
Empezó a escribir poesía y entre 1947-49 fue editora de The Poetry Review. En 1954 se convirtió al catolicismo por su estética ritualista, al igual que Evelyn Waugh y Graham Greene. En 1957 publicó su primera novela, The Comforters que la convirtió en una firma habitual del periodismo literario y la crítica, en Londres y Nueva York. Tras la publicación de su segundo libro, Robinson (1958), su primer éxito de importancia fue la extraña novela Memento Mori (1959), en la cual la muerte telefonea personalmente a una serie de octogenarios para recordarles que han de morir.
El éxito y el reconocimiento llegarán con The prime of Miss Brodie (1960), traducida al catalán por Manuel de Pedrolo como El punt dolç de la senyoreta Brodie, y adaptada al cine por Robert Neame en 1969, con la magistral interpretación de Maggie Smith en el papel de Jean Brodie que le valió el óscar cinematográfico.
Otra de sus obras más destacadas, Las señoritas de escasos medios (1963), ambientada en el Londres de posguerra, es una divertida comedia de costumbres de fino detallismo psicológico y social.
Además de otras novelas como The ballad of Peckham Rye (1960), La imagen pública (1968), Una mujer al volante (1970), El banquete (1990)... es autora de obras biográficas como la recién reeditada de Mary Shelley, en la que nos da una imagen irónica de la creadora de Frankenstein, distanciándose de los clichés románticos, de las hermanas Bronte y del poeta John Masefeld.