SOBRE HARUN FAROCKI

Dado el rigor conceptual del trabajo de Hanun Farocki (Alemania, 1944), es curiosa la dificultad de enmarcar su oficio, de clasificar su trabajo: escritor, documentalista, cineasta, docente, video-artista. Y, ciertamente, en cada categoría no es sencillo ubicarlo, ¿qué lugar ocupa en la Historia del Cine?, ¿en la Historia del Documental?, ¿del Arte? Si pensáramos una historia crítica de la técnica y las imágenes en el capitalismo, capturaríamos una porción de su obra, sin embargo, otros territorios quedarían marginados, imperceptibles desde ese panorama.
Trazando una línea diagonal, la producción de Farocki recorre superficies diferentes: la guerra, el trabajo, el cine, los videojuegos, el supermercado, la realidad virtual, la cárcel, las autopistas. Un conjunto que, sugiere Thomas Elsaesser, desarrolla los modos en los que la cultura contemporánea modela la subjetividad humana. Es decir, ¿de qué estamos hechos?, ¿cómo nos modelan las imágenes y las máquinas de imágenes?. Desde el pincel sobre el lienzo hasta la holografía, las imágenes se elaboran a través de técnicas, materiales, máquinas. Nos inclinamos a pensar y discutir las imágenes sólo como producto, Farocki propone mirarlas por detrás, revelando la fábrica donde se confeccionan. Cuestionarnos la neutralidad de estas máquinas y examinarlas políticamente.
En la austera y meticulosa exhibición de la Fundación Proa, los bordes imaginarios entre cada pieza aparecen difusos. Como si Farocki hubiera decidido desmontar en diferentes fragmentos un continente conceptual profundamente anudado. Desde máquinas militares que simulan combates virtuales y asisten a veteranos de guerra, hasta el análisis de una pintura del siglo XVIII que señala el genocidio de la población indígena, una pregunta inquietante se repite: ¿cómo participan estas máquinas de imágenes en la destrucción del mundo?