Ludwig Hohl (1904-1980), hijo de un pastor protestante, nació en Netstal, en el cantón suizo de Glarus. Desde muy joven se dedicó por entero a la literatura. Pasó largas temporadas en Francia y Holanda. En 1937 se instaló en Ginebra, donde residió hasta su muerte. En esa ciudad vivió humildemente en un sótano durante más de veinte años rodeado de sus máximas y aforismos que colgaba con pinzas de tender la ropa, dando lugar a innumerables anécdotas. Durante algún tiempo, su obra estuvo solo al alcance de un pequeño círculo, pero gracias a la admiración de autores como Max Frisch, Friedrich Dürrenmatt y Peter Handke, sus numerosos y singulares textos han ido llegando a cada vez más lectores de distintos países.
Una hoja cae sobre un hombre desamparado en mitad de la calle, un matrimonio en las tristísimas afueras de una triste ciudad encuentra compañía en un erizo que acaba convirtiéndose en un monstruo, el onírico paisaje del turbio invierno holandés, las lentas deformaciones internas que sufren las mujeres borrachas obligadas a ocultar su embriaguez, una figura tan silenciosa y oscura que se confunde con ...
Poesía y filosofía conviven en estrecha intimidad en estas páginas que cuentan los avatares de dos escaladores dispuestos a llegar a la cima de una montaña que se les resiste.
Una hoja cae sobre un hombre desamparado en mitad de la calle, un matrimonio en las tristísimas afueras de una triste ciudad encuentra compañía en un erizo que acaba convirtiéndose en un monstruo, el onírico paisaje del turbio invierno holandés, las lentas deformaciones internas que sufren las mujeres borrachas obligadas a ocultar su embriaguez, una figura tan silenciosa y oscura que se confunde con ...
Poesía y filosofía conviven en estrecha intimidad en estas páginas que cuentan los avatares de dos escaladores dispuestos a llegar a la cima de una montaña que se les resiste.