En 1860, el Imperio otomano dominaba todo el Mediterráneo oriental, desde Túnez hasta Bosnia. Los pueblos musulmanes y cristianos de uno y otro lado del Bósforo convivían bajo un mismo e insostenible poder, que pronto llegaría a su fin.
Una mañana de ese año, Hanna Yaqub, un joven cristiano vendedor de huevos de Beirut, se despide de su esposa y de su hija, para salir ...