Más que un «redneck» se considera un «hillbilly»; procede de los Apalaches, de un lugar muy minúsculo en mitad de ninguna parte, la clase de sitio sobre el que los ingleses ruedan documentales. Madre bibliotecaria y padre motero, ferroviario, sindicalista y predicador en una iglesia baptista de Tennessee, con tendencia a abusar de la botella y a votar a los demócratas («¡ateo, pagano, desalmado!). Así les salió la criatura. Su humor ha sido descrito como «un Mark Twain puesto de ácido». Vive en permanente crisis existencial y, si le pones la música que le gusta, baila que da gusto verlo.
«No puede ser. Contamos con la mejor comida, la mejor música, las mujeres más bonitas y el mejor clima de este país y, aun así, tenemos que lidiar con la fama, en buena parte merecida, de paletos borrachos, intolerantes y de gatillo fácil». La misión, furiosa y desternillante, es acabar con eso de una vez por todas, sentar a todos los rednecks que habitan ...
«No puede ser. Contamos con la mejor comida, la mejor música, las mujeres más bonitas y el mejor clima de este país y, aun así, tenemos que lidiar con la fama, en buena parte merecida, de paletos borrachos, intolerantes y de gatillo fácil». La misión, furiosa y desternillante, es acabar con eso de una vez por todas, sentar a todos los rednecks que habitan ...