El internado de Saint-Claude -un universo cerrado y sofocante, dominado por la rígida disciplina propia de un colegio religioso- encierra un mundo paralelo, el de «las amistades particulares», que acoge ese amor entre adolescentes libre de toda norma, en que la mirada furtiva, el roce de una mano, las cartas o los encuentros secretos en el invernadero constituyen el más sagrado de todos los ...