Soy doctor en Economía y profesor universitario. De la librería de mi abuelo Francisco, una pequeña caseta en la Cuesta de Moyano de Madrid que todavía sobrevive, me llegaban a través de mi padre las invenciones de Verne y Salgari, de Dickens y Twain, de Galdós y Conrad. En mi adolescencia comencé a escribir y nunca he querido dejar de hacerlo. Mis hijos, como a muchos otros padres, con su insaciable demanda nocturna de historias para dormir, llenas de lobos, cerditos y magos, me volvieron a introducir en la literatura infantil.
Decididamente, el deporte no es para Tom. Siempre llega el último en las carreras, es el que menos salta, el menos habilidoso con el balón... Por si fuera poco, tiene que aguantar las burlas de los «graciosillos» insoportables del colegio. En definitiva, eliminaría la clase de Educación Física si de él dependiera.
El fuerte de Tom es más bien su imaginación. Sueña despierto y ...
Decididamente, el deporte no es para Tom. Siempre llega el último en las carreras, es el que menos salta, el menos habilidoso con el balón... Por si fuera poco, tiene que aguantar las burlas de los «graciosillos» insoportables del colegio. En definitiva, eliminaría la clase de Educación Física si de él dependiera.
El fuerte de Tom es más bien su imaginación. Sueña despierto y ...