Nací en un lugar horrible (lo llaman Montevideo) en 1953; soy hijo de la furia y hermano siamés de la locura.
Mi hermano y yo, como fenómenos, como «freaks» de Browning, recorrimos todos los escenarios de este lugar con nuestro espectáculo, junto al Hombre Tronco y a la Mujer de Vientre Inmundo...
Escribí o vomité o excreté algunos libros tan inevitables (para mí) como odiosos: Carnaval, Colores, El rey de las cucarachas, Gran ensayo sobre Baudelaire, ¡Alemania, Alemania!, Los sillones marchitos, El alma del mundo, Los animales de Montevideo, La vida familiar, etc.
La inocencia, lejos de recuperar los recuerdos almibarados de la niñez, despliega ante el atónito lector una prosa delirante, excesiva y brutal que disecciona la vida del niño Rodolfo, nacido en una familia acomodada del barrio de Pocitos y que transita por la infancia con crueldad, ingenuidad y ternura suficientes para convertirse en un adulto repleto de traumas y rencores.
La inocencia, lejos de recuperar los recuerdos almibarados de la niñez, despliega ante el atónito lector una prosa delirante, excesiva y brutal que disecciona la vida del niño Rodolfo, nacido en una familia acomodada del barrio de Pocitos y que transita por la infancia con crueldad, ingenuidad y ternura suficientes para convertirse en un adulto repleto de traumas y rencores.