Vivimos momentos inéditos en nuestras existencias monótonas, siempre tendentes a la expansión. Estandartes como Detroit, capital del automóvil que ridiculizó el viaje convertido en frenético desplazamiento, entran en bancarrota irreversible. Escapar, como acostumbrábamos, es imposible. Se agotó hasta el refugio de la deuda pagada con deuda, vista la porquería que arrastraba este plumero. Es momento de salir del pozo sin fondo, con recursos escasos ...