Cuando llegó a Bombay no era más que un fugitivo, sin identidad, sin futuro, sin esperanza. Allí conoció el paraíso y el infierno, el amor y el odio, la pasión y la guerra. Y se ganó un nombre otorgado con el corazón: Shantaram.
Aterrizó en Bombay huyendo de un pasado de crimen y droga, perseguido por la policía tras su fuga de una prisión de ...