He venido a pararme,
a mirar, a romper esa inercia
de seguir y seguir sin levantar la vista.
Y salgo muy temprano
a la mañana fría de diciembre.
Sigue el verde muy vivo en la pinada.
Hay un silencio de lugar sagrado.
Aún destella la savia en las hojas caídas
de los chopos.
La playa está sin nadie,
pero contiene en sí todas las voces,
y los gestos de amor, y las miradas,
que colmaron ...
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