de Chickamauga, Georgia, empezó a escribir monólogos a los dieciséis, alternando actuaciones en bares sórdidos y clubes nocturnos con los más diversos trabajos: pintor de brocha gorda, minorista, vendedor de motos, recolector de muestras de orina, repartidor de flores a domicilio, empleado de hotel y revendedor de libros de texto. En los últimos tiempos se dedicaba a pintar con espray figuritas del Yeti en Ooltewah y a ayudar a su madre y a su hermana en la panadería familiar. Gracias a la popularidad del «Redneck de Izquierdas» y a la publicación de este libro ha podido comprarse un televisor
«No puede ser. Contamos con la mejor comida, la mejor música, las mujeres más bonitas y el mejor clima de este país y, aun así, tenemos que lidiar con la fama, en buena parte merecida, de paletos borrachos, intolerantes y de gatillo fácil». La misión, furiosa y desternillante, es acabar con eso de una vez por todas, sentar a todos los rednecks que habitan ...
«No puede ser. Contamos con la mejor comida, la mejor música, las mujeres más bonitas y el mejor clima de este país y, aun así, tenemos que lidiar con la fama, en buena parte merecida, de paletos borrachos, intolerantes y de gatillo fácil». La misión, furiosa y desternillante, es acabar con eso de una vez por todas, sentar a todos los rednecks que habitan ...