Pelos largos, hombres lobo, drogas, comunas y chaquetas negras de cuero. No eran hippies, ni tampoco una organización política al uso. Eran una banda callejera politizada, una tribu y un clan revolucionario, un oscuro grupo de afinidad convertido en una verdadera familia cuyo discurso giraba en torno a una constelación de ideas que incluían a Dadá, la anarquía y la autodefensa armada. Lo toman ...