Son y Aran aguardaban otra tarde especial, quizá con una pizca de misterio. A las nueve, en el atardecer salían de sus casas para pasear hacia el árbol que había crecido con ellos.En esta historia admiramos la belleza sencilla que nace de un corazón cuando late en amistad. Confianza y aprecio hacen volar lo más auténtico y apasionante de su ser. Un canto a ...