Cuanto más buscaba la felicidad, más me alejaba de ella. Llegué a creer que mi fortuna se encontraba en la fatalidad, en una zona cómoda que no dejaba de ser el vacío, un agujero negro que me consumía más que cualquier paquete de Marlboro; una angustia que me susurraba en el oído que si estaba en lo más bajo, no podría caer más, ¿o ...