Instalado en París desde 1960, Calveyra ha ido desarrollando –primero de manera casi secreta y, desde hace unos pocos años, con una visibilidad tan merecida como necesaria– una obra poética de sostenida originalidad y belleza radical que lo convierte en uno de los tesoros, todavía apenas entrevisto, de la literatura argentina... Drama, narración, siempre poesía, la escritura de Calveyra se ensimisma en el ritmo ...