Cuando murió Julio Cortázar, en su casa de la Rue Martel, en París, quedaron algo más de cuatro mil quinientos libros que su viuda, Aurora Bernárdez, donó a la Fundación Juan March en 1993. Son libros, la mayoría de ellos leídos y releídos, dedicados y subrayados, con comentarios, notas y dibujos que nos descubren a un lector apasionado que dialoga con los autores a ...