Gibraltar, Ceuta, Melilla, Andorra, Olivenza, Llívia o Rihonor de Castilla forman pequeños territorios frontera en los confi nes de España. Extraños, marginales y, algunos, insignifi cantes, en ellos se resumen y agrandan los conflictos y los dilemas nacionales. Todos tienen en común su anacronismo, su vocación de lugar molesto que estropea la armonía de los mapas. Son rescoldos fríos de un país hecho de ...