"Miradme bien. Quién sabe si mañana todavía estaré aquí..."
Tímido e inquieto, miope de mirada hechizante, a James Dean le gustaba vivir deprisa: el día a día, su trabajo de actor, el amor..., y su pasión por las motos y los coches deportivos que le llevaron a encontrar la muerte, en septiembre de 1955, cuando sólo contaba veinticuatro años. Este joven de Indiana, inconsolable y ...