Luis Quintanilla, fue, como otros muchos hombres de su generación, un espíritu inquieto, que le llevó a recorrer el mundo y que, al reconocer su verdadera vocación, la pintura, se instaló en el mágico París anterior a la Primera Guerra Mundial, donde conoció a grandes artistas como Degas, Modigliani, Picasso, Chagall y un larguísimo etcétera, destacando su amistad con Juan Gris, su verdadero maestro ...
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