«Nunca quise que mi protagonista fuera modélico. La voz que salía de mí y que de alguna manera se parecía a mí cuando era niña respondía a la de un niño de barrio, que no destacaba por sus habilidades físicas ni por ser un estudiante brillante. Mi Manolito, con su mote, sus inseguridades y obsesiones era, sin embargo, el mejor amigo que los lectores ...