RAYUELA

Hay libros que se adelantan a su época, denunciando implícitamente sus incompetencias, y que, por eso, es raro que encuentren en tiempo real lectores que estén a su altura y entiendan sus instrucciones de uso social, filosófico y político. Rayuela, que es de 1963, tuvo un lector así en Héctor Schmucler, que publicó un extenso, lúcido y apasionado artículo sobre esta novela (el que reproduce esta edición junto a varios materiales complementarios) en 1965, es decir, cuando todos aún andaban frotándose los ojos sin saber muy bien qué hacer con ese artefacto literario, con apariencia de explosivo, que tenían entre las manos.

“Rayuela: juicio a la literatura es […] ese juicio que anuncia el título (a la literatura, la lectura, la política y la vida esclerotizadas) y un ejercicio de inmersión en un texto para el que todavía no se habían creado referentes ni estaba enjaulado, como llegaría a estarlo con el paso del tiempo, por los académicos y los historiadores. Un milagro de precisión y de efervescencia crítica que, el año del centenario de Julio Cortázar, merece ser rescatado con todos los honores. […]
Esta lectura que hace Héctor Schmucler de Rayuela no sólo no ha perdido vigencia con el tiempo sino que la ha ganado de manera gigantesca. Porque cada vez más, reos como somos de la prisa y de la pereza hermenéuticas, escasean lectores así. Y porque la novela, y el poema y el ensayo que contiene, se ha consolidado como una de las grandes creaciones literarias del siglo XX.”
Jesús Aguado (fragmento del Epílogo)