El día que Saída llegó, a mí me pareció que se le habían perdido todas las palabras. Así que intenté buscarlas por los rincones, esquinas, agujeros, cajones, descosidos... para ver si entre ellas y yo le borrábamos las lágrimas que le asomaban entre las pestañas largas y el silencio espeso.
El día que Saída llegó, papá me explicó que, seguramente, mi amiga no había perdido ...