¿Qué puede atraer a Adelaïde Marèse, con su desconcertante aire de institutriz, en la atmósfera enrarecida del Café Mercury ? ¿Será Rosette, esa niña inquietante, diabólica, que descalabrará no sólo su anodina y rutinaria existencia, sino también la del discreto narrador, quien terminará reconociéndose en el destino desgarrado que les depara el ejercicio temerario de la memoria, en la que —según él mismo confiesa— ...