Para entretener, divertir, interesarse por la salud o las penas de sus destinatarios y aliviarlas en lo posible. Con esos motivos escribía sus cartas Virginia Woolf. Para intercambiar ideas, comunicarse, conocer cotilleos, saciar su curiosidad por la vida de sus amigos, por sus relaciones, incluso por sus casas. Afectuosas casi siempre, distendidas y hasta jocosas en otras ocasiones, a la autora nunca le preocupó ...
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