ANTONIO ÁLAMO (Andalucía, 1964) es novelista y dramaturgo. Durante las temporadas 2004-2011 fue director artístico del Teatro Lope de Vega de Sevilla. Fundó, como dramaturgo y director, la compañía Chirigóticas, con la que estrenó cinco espectáculos. Entre sus textos dramáticos más importantes, destacan Los borrachos (1993), Los enfermos (1997), Caos (2001), Yo, Satán (2005), Veinticinco años menos un día (2005) y Cantando bajo las balas (2007). Además, es autor de numerosas versiones y dramaturgias, tanto de autores clásicos como contemporáneos, como Cardenio para la Royal Shakespeare Company; El príncipe tirano, La mujer y el pelele, Fuenteovejuna, El festín de Babette o Los empeños de una casa, de Sor Juana Inés de la Cruz, para la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Entre sus direcciones escénicas, podemos citar el espectáculo de danza contemporánea Solo acompañado dos minutos y medio, con coreografía de Paloma Díaz; La copla negra, coproducido por el Centro Dramático Nacional; y El pintor de batallas, de Arturo Pérez-Reverte, que obtuvo el Premio de Teatro de Rojas al mejor texto y el Premio Lorca a la mejor dramaturgia.
Detrás de todo discurso de un entrenador o director de teatro, existe una concepción filosófica de la vida, que se proyecta en su manera de plantear los partidos o las puestas en escena. Así, podríamos entender que existen entrenadores más stanislavskianos que brechtianos, más artaudianos que meyerholdianos, sin mencionar el «tercer teatro» a lo Barba, o la «posdramaticidad» al estilo de Rimini Protokoll y ...
Esta antología de cuentos de amor está dividida en cuatro grandes secciones. Son las cuatro vertientes del amor, cuentos donde los amantes: 1º Se miran, se presienten, se desean; 2º se codician, se palpan, 3º se fascinan; se acometen, se enlazan, se entrechocan; y 4º se desmayan, reviven, resplandecen.
Detrás de todo discurso de un entrenador o director de teatro, existe una concepción filosófica de la vida, que se proyecta en su manera de plantear los partidos o las puestas en escena. Así, podríamos entender que existen entrenadores más stanislavskianos que brechtianos, más artaudianos que meyerholdianos, sin mencionar el «tercer teatro» a lo Barba, o la «posdramaticidad» al estilo de Rimini Protokoll y ...
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