Se sufre, y no se tiene otra expresión que la de un canto afectivo interno, y sin sílabas. Así, una página escrita con pulso abatido, sin control aparente de sus facultades domésticas, la razón, la consciencia, a las que preferimos fieras, serán pese a todo un ladrido argótico y astuto, pero nunca ese grito lo suficientemente inesperado como para abalanzarse contra el espacio. Las ...